Neurociencia. Capítulo II
Daniel Manzano Diosdado
La noche era bastante fría, pero agradable. Pietro miró al cielo y se sintió más joven por un momento. Estaba todo lleno de estrellas. En la ciudad rara vez se paraba uno a mirar las estrellas, y nunca se veían tantas. Debería buscarme algo en las montañas para mi jubilación, pensó. Entonces, un golpe en el brazo lo devolvió a la cruda realidad. Había que seguir andando.
Ciertamente hacía
mucho frío. Los hombres que Walter había llevado a la operación parecían no
sentirlo o lo disimulaban muy bien, pero sin duda hacía mucho frío. Bastante por
debajo de cero. Iban andando por un pequeño camino en los Alpes Suizos, por
donde se suponía llegarían a la casa donde estaba el objetivo de vacaciones.
Cuando Pietro escuchó el destino lo comprendió todo mejor, no eran vacaciones,
estaba de reestructuración. Ese era el motivo por el cual sólo tenía un guardaespaldas,
cuanta menos gente supiera en qué había consistido la reestructuración más
segura sería esta. Dado el sitio, probablemente consistiría en una serie de
deportes de riesgo, aunque todo era posible, a lo mejor estaba en la cabaña
estudiando física cuántica. El principal problema era no saber cuánta gente
habría. Había que evitar un baño de sangre a toda costa.
En los últimos
tres días todo había sido una locura. Walter se mudó a su apartamento para
trabajar en los detalles de la misión, aunque su ayuda fue peor que inútil. Sus
conocimientos sobre tácticas de guerrilla eran tan limitados como sus
conocimientos científicos, pero quería participar de todas las decisiones. Por
suerte, entre los hombres que su padre les había asignado estaba Jordan, el jefe
de operaciones. Él se encargó de diseñar el plan táctico mientras Pietro
analizaba el mapa cerebral completo del guardaespaldas. En él se encontraba
bastante información muy útil, aunque no toda. El mapa fue tomado antes de
embarcar en las vacaciones, o la reestructuración, cosa que él no sabía.
Tampoco sabía donde sería, así que esa información tuvo que venir por otra vía.
Sin embargo, sí sabía que sería en una pequeña cabaña, que tenía que llevar
ropa de abrigo y botas de montaña. A partir de ahí dedujeron que la mayor
parte de la vigilancia la haría desde fuera de la cabaña, o desde el tejado tal
vez. También sabían que armamento tenía, un rifle semiautomático y una
pistola. En caso de dar la alarma
llegarían los refuerzos en menos de 10 minutos en helicóptero.
A Pietro le seguía
fascinando estudiar un mapa cerebral. Había ahí tanta información, la mayoría
de la cual estaba oculta incluso para el sujeto. Para este no tuvo mucho
tiempo, pero aún así dedicó unas horas a analizar su pasado más lejano. Traumas
de la niñez, fobias, antiguos amores, todo aparecía claramente si sabías donde
mirar. La información más antigua era la más clara siempre. Nunca se sabía
cuando podía ser necesaria.
El grupo avanzaba
muy lentamente. El camino por el que subían estaba cerrado al paso de
vehículos, pero se veían las marcas de un todoterreno, probablemente el que
había llevado al político arriba. Jordan iba varios metros por delante
comprobando que no hubiera cámaras de seguridad, aunque dado el secretismo del
sitio no parecía necesario. En total iban tres hombres, además de Walter y
Pietro, y estos dos no parecían muy habituados al alpinismo. Regularmente Jordan
bajaba a apresurarles, si no estaban en la cabaña al amanecer todo el plan se
complicaría enormemente.
El amanecer llegó,
y les pilló cerca del objetivo. Ya se veía la cabaña que tenían que asaltar
enfrente suya. Miraron durante un buen rato con los prismáticos, pero no
consiguieron ver al guardaespaldas. Parecía claro que no estaba en el tejado.
Había que acercarse más. Pietro estaba tremendamente nervioso, y Walter parecía
que se iba a desmayar de un momento a otro. A pesar de la diferencia de edad
esta era una experiencia nueva para los dos. Jordan estaba al mando por suerte,
y decidió que esperar más no tenía sentido.
- ¿Está seguro de
que funcionará profesor? -Preguntó a Pietro.
Pietro le miró
mientras respiraba hondamente, una hora antes hubiera contestado
afirmativamente, pero ahora ya no estaba seguro de nada.
- Bueno, lo
averiguaremos en breve. - Dijo Jordan y se rió. Para Pietro era una
tranquilidad tener un hombre tan curtido en el grupo.-
Jordan soltó su
rifle de asalto y su mochila, dejó sólo la pistola de sedantes en la parte de
atrás de su pantalón, aunque Pietro intuyó que tendría más armas escondidas. Lo
importante es que no se vieran, parecer dos simples montañeros que se había
perdido. Salieron de la protección de los árboles y se dirigieron hacia la
cabaña. Mientras, los hombres de Jordan se desplegaban a la espera de tener que
salir a toda velocidad.
Cuando llegaron a
la cabaña se pararon a tomar un poco el aire. Jordan miró a Pietro a los ojos y
luego golpeó con los nudillos la puerta. Cuando se abrió, el guardaespaldas les
estaba encañonando con una pistola. No tuvieron que fingir sorpresa, ya que no
se esperaban la reacción. Algo había pasado, un aviso o algo similar, que lo había
cambiado todo. La previsión de Pietro era totalmente diferente.
- Sorry, sorry!! -
Gritó Jordan mientras levantaba los brazos. Mientras rezó para que sus
compañeros no acudieran en su ayuda, o habría un tiroteo.
Pietro estaba
totalmente congelado. No era un hombre de acción y lo sabía. Recordó todo lo
que había aprendido sobre este hombre, pero no tenía fuerzas para hacer nada.
Respiró hondo un par de veces y optó por arriesgarse.
- Venimos de parte
de Magrit. -Dijo mientras miraba fijamente al guardaespaldas.
El guardaespaldas
sufrió un shock. Por un momento bajó la pistola y sus ojos se llenaron de
lágrimas. En un instante su entrenamiento hizo su efecto y se dio cuenta de que
se había quedado expuesto. Era demasiado tarde. Jordan ya había sacado la
pistola tranquilizadora y le había disparado al cuello. Pietro, sorprendido de
la velocidad del matón y superado por las circunstancias, se desplomó en la
nieve. Jordan se encargó primero de evitar que el cuerpo del guardaespaldas
callera y luego levanto a Pietro, que estaba semiconsciente.
- ¿Quién es Magrit?
-Preguntó una vez el profesor se recuperó.
- Su hermana.
-Respondió. Tardó unos segundos y añadió.- Murió cuando el era pequeño, es su
trauma más profundo.
Jordan rió sin
hacer ruido. En todos sus años de matón nunca había visto algo semejante.
- Podría venirse
siempre conmigo, profesor. Me ahorraría muchas balas.
A Pietro no le
hacía gracia. La medida había sido tremendamente arriesgada. Aunque es bien
sabido que un trauma antiguo y profundo puede provocar un bloqueo momentáneo, el
guardaespaldas estaba entrenado. Si Jordan no hubiera sido suficientemente
rápido la rabia habría seguido al bloqueo. Habían estado a punto de morir.
- Bueno, tenemos
un político que secuestrar.
Jordan se levantó
y sacó otra pistola que llevaba en la pierna. Esta no era de tranquilizantes,
sino una real. Estaba claro que la situación había cambiado y el informe de
Pietro ya no era útil. Es posible que hubiera habido un soplo y eso lo cambiaba
todo. Era incluso posible que hubiera más guardaespaldas. Subieron lentamente las
escaleras, imaginando que el dormitorio estaría arriba. La cabaña era bastante
más grande de lo que habían imaginado al principio. Por otro lado estaba claro
en que habitación estaba el político, sólo una tenía la puerta cerrada.
Cuando llegaron a
la puerta de la habitación escucharon al resto del grupo entrar en la cabaña.
Ya parecía claro que no había más guardaespaldas, y nada parecía indicar que la
alarma hubiera sonado. Había que andarse con cuidado en todo caso, el político
seguro que también podía accionar la alarma. Todo iba bien, por el momento. Eso
cambió cuando Walter y los demás hombres entraron en la cabaña como una
estampida. Jordan no se podía creer que fueran tan inútiles. Pensó que esta era
la última vez que hacía de niñera del hijo del jefe. Tenía demasiada
experiencia para soportar todo esto.
- Ve y
contrólalos. -Dijo Pietro.- Yo me encargo del objetivo.
- ¿Seguro?
-Preguntó Jordan. No le hacía gracia dejar al profesor sólo, pero si dejaba que
esos inútiles se acercaran a la escalera todo estaría perdido.
- No queda más
remedio. -Contestó Pietro.- Me las apañaré. Cuando te dé el aviso no les dejes
subir en al menos un par de horas, ni siquiera a Walter. Necesito tranquilidad
para la cirugía. -Dijo mientras se quitaba la mochila con todo el
instrumental.- Controla también que no le hagan nada al guardaespaldas.
Jordan sabía que
era cierto. Le pasó la pistola sedante al profesor y bajó corriendo por las
escaleras. Pietro respiró hondo, sólo quedaba un pequeño paso y el plan estaría
terminado. Como antes todo el convencimiento sobre el realismo del plan se
había esfumado. ¿Y si no lo había previsto todo bien?
Respiró hondo para
tranquilizarse, fuera como fuera no había marcha atrás.
Abrió la puerta
silenciosamente. Llevaba la pistola en la mano, pero no la levantó. No era un
matón y no iba a actuar como tal. El político se encontraba sentado en una
silla. No parecía asustado. Miró a Pietro despacio y le señaló a la pistola.
- Eso no le hará
falta.
Pietro se relajó.
Todo iba bien. Cerró la puerta al entrar y se sentó en otra silla enfrente del
político.
- Veo que ha recibido
mi comunicación. - Dijo Pietro.- No debería haber avisado a su guardaespaldas.
Lo ha complicado todo y casi tenemos que matarlo. - El político no respondió.- Ahora
ya sabe cómo funciona esto. Sólo si me hace caso podrá sobrevivir, y de paso
ganaremos los dos.
Relato del libro Spintrónica. licencia Creative Commons Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Unported License. Esto viene a decir que sois libres de copiarlo, distribuirlo o prestarlo, sin interés comercial ni obra derivada, siempre que se cite al autor.
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