Neurociencia. Capítulo I
Daniel Manzano Diosdado
- Parece un mapa cerebral normal. - Dijo Pietro mientras ojeaba los papeles.- Un sujeto de unos treinta años. Aparecen varias reestructuraciones periódicas, no invasivas, en los últimos cinco años.
Se quitó las gafas
de cerca mientras se frotaba los ojos. Este trabajo cada día le cansaba más, se
sentía ya viejo para hacer lo mismo una y otra vez. Levantó la mirada y miró al
señor Gordon, jefe del sindicato del crimen más famoso de la ciudad. En la
habitación también estaba su hijo, un joven prepotente de
unos quince años, único heredero de una de las organizaciones mafiosas más
importantes del país. Llevaba con una camiseta negra, de algún grupo de heavy
metal desconocido para Pietro, tenía el pelo largo y una oreja llena de
piercings. Parecía el típico adolescente rebelde, pero con el conocimiento de
que cientos de personas matarían por él sin dudarlo. "Vaya par de idiotas", pensó
Pietro.
Volvió a mirar detenidamente
al chico. Aunque llevaba un estilo heavy se notaba que la ropa era
extremadamente cara, y tenía la típica expresión en la cara de persona que
siempre conseguía lo que quería. Al menos su padre había llegado a lo más alto
por sus propios medios, pero él simplemente había nacido así. Esta era la
segunda vez que su padre lo llevaba a una de las reuniones, se ve que había
decidido empezar a inculcarle los valores de la familia.
- ¿Podrías
adivinar su profesión? - Dijo el señor Gordon.
Pietro volvió a
mirar los papeles. Sacó el escáner cerebral general y lo miró detenidamente. Le
crispaba los nervios esta situación. Continuamente era evaluado por esta panda
de analfabetos que no sabrían distinguir el cerebro de un marine del de un niño
de tres años. Bueno, se dijo a sí mismo, al menos estos analfabetos pagan bien
y la ciencia no da para mucho lujo.
- Parece que toma
muchas decisiones continuamente, sin meditarlas en profundidad. También
memoriza muchas cosas que luego olvida rápidamente para memorizar nuevas cosas.
Sin duda no es un científico. - Dijo Pietro, luego se quedó un momento
pensativo y añadió. - Yo diría que es un corredor. De apuestas o de bolsa, eso
ya es difícil de decir.
El jefe mafioso
soltó una carcajada.
- Hacía mucho que
no te equivocabas. - Dijo con tono burlón. - Y has tenido que hacerlo justo
delante de mi hijo, menuda decepción.
Pietro notó como
le subía el enfado. Respiró hondo y trató de contenerse para evitar mostrar
algún signo visible. Con la mafia era mejor no andarse con tonterías. Intentaba
desesperadamente no pensar que ese idiota, que apenas sabía escribir se estaba
riendo de él. Él era uno de los mayores científicos de su época, o al menos eso
le gustaba pensar.
- Se trata de un
político. - Concluyó Gordon después de una pausa dramática. -
Pietro pasó del
enfado a la estupefacción. ¿Un político? Eso era imposible. Los políticos no se
pasaban el día tomando decisiones de manera casi aleatoria. Tampoco estaban
continuamente memorizando datos, para eso tenían a sus asesores. Sin duda esto
era algún tipo de prueba, o alguien había mentido a la mafia dándole un mapa cerebral
falso. De ser la segunda opción había alguien por ahí con poco aprecio a su
pellejo. Pietro estuvo a punto de protestar, pero el sentido común le llevó a
callarse. Llevaba ya muchos años trabajando con delincuentes, y sabía que
enfadarlos era muy mala idea.
Después de un
incómodo silencio el señor Gordon decidió aclarar el tema.
- Se trata del
encargado del gobierno de controlar la inversión pública en bolsa.
Pietro cambió
inmediatamente la estupefacción por la incredulidad.
Notó como el pelo de los brazos se le erizaba y su corazón se aceleraba. ¿El
encargado de la inversión pública en bolsa? Desde luego explicaba su análisis,
porque no dejaba de ser un corredor de bolsa, sólo que uno que manejaba cientos
de millones de dólares al día. ¿Cómo era posible? Debía ser uno de los
funcionarios más vigilados del país, con no menos de una decena de
guardaespaldas. ¿Cómo demonios habían conseguido hacerle un mapa cerebral? Por
enésima vez comprendió por qué trabajaba con esta gente, si bien intelectualmente
no estaban muy capacitados su falta de moral los llevaba a conseguir lo que
nadie más podía lograr.
Cuando Pietro se
recuperó del shock preguntó.
- ¿De cuándo es?
- De hace más de
un año. - Respondió Gordon.
Esta vez no pudo
evitar soltar un bufido. De hace más de un año. ¿Qué pretendían? Era totalmente
inútil.
- ¿Y qué se supone
que debo hacer? -Preguntó desencantado.- Es demasiado viejo.
- Mi padre me dijo
que usted era un buen neurocientífico. -Dijo el joven.- Díganos usted lo que
puede hacer.
El enfado volvió
tan rápido como se había ido. "Un buen neurocientífico". Él era el
mejor neurocientífico, el padre de la neurociencia tal como se la conocía.
Siempre fantaseaba con que sería premio Nobel de no ser por sus caras
costumbres, que le llevaron a dejar la ciencia en busca de labores más
lucrativas. Y eso se lo decía un adolescente poco menos que iletrado. Desde
luego estaba siendo un día de emociones fuertes, y no había hecho más que
empezar. Contuvo la respiración un momento y luego dijo pausadamente.
- Si el mapa
cerebral fuera de ayer, y estuviera completo, podría hacer lo que quisierais.
Adivinar su comportamiento durante los próximos días con total certeza y
durante un mes con bastante probabilidad de acertar. Podríamos saber como va a
reaccionar ante cualquier estímulo y así adivinar sus movimientos bursátiles, o
cuando va a ir al baño o acostarse con su esposa, lo que prefirierais. - Paró y
bebió un poco de agua. Luego miró fijamente al joven y continuó.- Ahora, siendo
de hace un años poco se puede hacer. Puedo concluir tendencias, pero en un
negocio como la bolsa eso es poco fiable. Puedo extraer recuerdos, pero tampoco creo que sea muy útil. También
puedo indagar en sus traumas del pasado, lo que queráis, pero no creo que
hagamos dinero de eso.
El jefe mafioso se
mantuvo en silencio en todo momento, estaba claro que esto era más una clase
particular que un negocio serio. Miró a su hijo y con un movimiento de cabeza
lo animó a continuar preguntando.
- ¿Pero cómo va a
saber que hará? Usted puede analizar el cerebro, pero él seguirá siendo libre
de hacer lo que quiera. Todo esto no es más que pseudociencia.
De nuevo Pietro
sintió la furia dentro de sí. ¿Acaso pretendían que diera una clase magistral
sobre los fundamentos de la neurociencia moderna? Ni siquiera cuando era
profesor en la universidad le gustaba. Miró a su jefe, y este le animó con la
mirada a explicarlo.
- ¿Has estudiado
algo de física, chico? -Preguntó al joven.-
- Por supuesto que
sí. -Respondió su padre.- No pienses, Pietro, que eres el único en esta
habitación con estudios. Mi hijo es uno de los primeros de su clase.
Pietro comprendió
que había traspasado la línea. A esta gente no hay que ofenderla, pensó. Siempre
le podía el ego. Intentó tranquilizarse y comenzó a explicar pausadamente.
- Claro que sí.
Imagina, joven, que tienes una pelota y la dejas caer en un plano inclinado.
¿Sabes si se puede calcular el tiempo que tardará en llegar?
- Por supuesto que
se puede. -Respondió el joven, aunque puso cara de preferir que no le
preguntaran el cómo.-
- ¿Y dónde queda
la libertad de la bola de bajar a la velocidad que quiera? -Preguntó Pietro.
Este era el mismo ejemplo que ponía siempre en la facultad.-
El joven mafioso
miró a su padre, que le indicó con un gesto que lo pensara. La respuesta era
obvia, una bola no tenía ninguna libertad. Sin embargo era una respuesta tan
evidente que no podía indicar nada. Pietro no esperó a la respuesta para
continuar.
- El cerebro
humano es igual, pero más complejo. Un sistema físico no tiene libertad para
decidir nada, cumple las leyes de la física y punto. El cerebro no es una
excepción. Tú te crees que eres libre, pero eso es sólo una ilusión. Haces lo
que tienes que hacer. El problema es que tu cerebro es tan complicado que ni tú
mismo puedes predecir su comportamiento. Ahora bien, dame a mí un buen escáner
cerebral y sabré que vas a hacer en todo momento mucho mejor que tú mismo.
La respuesta no le
gustó al joven. Se quedó pensativo un momento y sacó un revolver con el que
apuntó a Pietro. Genial, pensó este, no sería original ni para esto.
- Entonces si le
disparo no será culpa mía, ¿no? No lo decido yo. Nada que diga podrá
convencerme.
Pietro lo miró con
cara de condescendencia, y luego miró a su padre. Este bajó el brazo de su hijo
con la mano.
- No seas
ridículo, Walter. Pietro ha tratado con muchos asesinos en su vida y sabe que
no vas a disparar. Sólo consigues ponernos en evidencia.
Pietro esperó a
que guardara el revólver para continuar.
- No puedes
demostrar nada disparando o no disparando. Los motivos por los que haces lo que
haces seguirían grabados en tu cerebro.
Walter suspiró. No
estaba acostumbrado a discutir de ciencia, y mucho menos de filosofía. Él era sólo
un adolescente. El hijo del más importante mafioso de la ciudad, no entendía
por qué tenía que ir al instituto y mucho menos por qué tenía que discutir con
este pedante. Al menos esto tenía alguna relación con su futuro trabajo, pensó.
- Y si el cerebro
es cómo dices, ¿por qué no puede predecir lo que hará el político este?
Pietro se pasó una
mano por su calva cabeza a modo pensativo. Bueno, la pregunta era lógica,
aunque también predecible. Tampoco le gustó el tono que usaba el adolescente,
ni ese "dices". No soportaba que cuestionaran su autoridad
científica.
- Podemos volver
al símil de la pelota. Imagínate que te pregunto qué tiempo tardará una pelota
en bajar un plano, pero no te digo como es la pelota, ni el plano. ¿Podrás
averiguarlo?
- Imagino que no.
-Respondió el adolescente con tono apático. - Pero aquí sí sabemos como es el cerebro.
- Ahí te
equivocas. Sabemos como era el cerebro hace un año. - Hizo una pausa algo
dramática.- El cerebro no se mantiene igual a través del tiempo. Lo que
memorizas, las experiencias, lo que aprendes o el simple envejecimiento lo
cambian. Evidentemente hay cosas que no cambian y se pueden adivinar
tendencias, pero no se pueden predecir decisiones tan concretas como las que
tomará este individuo. Eso sin contar las reestructuraciones.
-
¿Reestructuraciones? -Preguntó el adolescente.
- Sí. Es el método
que se usa para evitar que los neurocientíficos hagamos nuestro trabajo.
Básicamente consiste en hacer durante un tiempo cosas que no hayas hecho antes,
vivir nuevas experiencias. Así el cerebro cambia de manera radical y es mucho
más difícil adivinar qué va a hacer. Prácticamente todos los políticos y altos
cargos lo hacen al menos una vez al año. Apostaría a que tu padre también.
Gordon miró a
Pietro indicándole que no siguiera en esa dirección. Parecía que tampoco quería
que su hijo aprendiera demasiado pronto todos los secretos del oficio. Por
supuesto la curiosidad del joven no podía frenarse tan fácilmente.
- ¿Qué clase de
experiencias? - Preguntó.
- Pues de todo
tipo. -Respondió Pietro.- Las primeras fueron realmente drásticas.
Electroshocs, caída libre, miedo, incluso torturas en algunos casos. Poco a
poco ya se vio que no eran necesarias medidas extremas. Es sorprendente lo que
un pequeño estímulo puede llegar a cambiar en un cerebro. Una opción muy típica
hoy en día es el puenting.
- ¿Puenting?
-Preguntó anonadado Walter.- ¿Me estás diciendo que los políticos de este país,
y mi padre, van a hacer puenting una vez al año? Já. Se ve que no conoces a mi
padre en absoluto.
El joven miró a su
padre de manera burlona y éste enfureció. Se dirigió a él y le pegó en la parte
de atrás en la cabeza. El joven se tambaléo hacia delante.
- Te he dicho,
Walter, que no me faltes al respeto delante de nadie.- Dijo el mafioso.- Si no
sabes comportarte será mejor que vuelvas a tu habitación y nos olvidemos de
esto.
Walter estaba rojo
de furia, pero se contuvo. Estaba claro que era él el que había pedido a su
padre que le enseñara los secretos del negocio, y no quería quedarse sin
aprender. Pietro pensó que en un par de años, cuando ya se sintiera confiado,
era muy probable que le disparara a su padre. Al fin y al cabo, los asesinatos
entre miembros de la mafia no dejaban de ser casi rutina. Mientras él estuviera
bien lejos no le parecía nada mal.
- No he dicho que
tu padre haga puenting, -aclaró Pietro para calmar la tensión- aunque apostaría
a que lo hizo en algún momento en los últimos años. -Miró al joven, que seguía
rojo de ira, pero escuchaba con atención.- La cuestión es no hacer siempre lo
mismo, cuanto más nueva sea la actividad más cambiará el cerebro de modo que no
pueda ser estudiado. Por ejemplo, para un escalador profesional el ir a hacer
puenting, por muy peligroso que sea, no le afectará. Para él será más eficiente
que se dedique una semana a estudiar, no se, historia o matemáticas. Pero para
un político, con su vida de despachos y reuniones una buena descarga de
adrenalina es algo inusual y puede cambiar su cerebro muy eficientemente.
El joven ya estaba
totalmente calmado y, para sorpresa de Pietro, parecía muy interesado en el
tema. Pietro imaginó que estaría pensando en usar todo esto para ligar con
alguna chica de su instituto.
- Entonces con el
mapa cerebral que te ha dado mi padre no puedes hacer nada. ¿No?
- Como ya he dicho
antes, no mucho. -Contestó Pietro.- Tiene más de un año y es probable que en
ese tiempo haya habido alguna reestructuración. Puedo ver tendencias,
costumbres como si es madrugador o perezoso, si toma alguna droga, como el
café, regularmente. -Se pasó la mano por la calva y pensó por un momento.- También
puedo indagar en el pasado. La información más reciente está continuamente
siendo reemplazada por nuevas cosas, pero puedo saber cómo fue su infancia, si
tiene algún trauma, si está obsesionado por una chica que conociera hace quince
años. Muchas cosas, en definitiva, pero cosas improductivas. Si lo que os
interesa es ganar dinero no puedo ayudar, es imposible predecir que acciones
hará con suficiente precisión.
Pietro miró al
señor Gordon, ya que esta información también iba dirigida a él. Este tenía la
misma actitud que al principio, confiada y burlona. Pietro sabía que esto no
era todo, tenía un plan, pero no se lo quería contar para darle una lección a
su hijo. Quería parecer más listo a los ojos de su hijo que un exprofesor de la
universidad. Todo esto ya agotaba la paciencia del profesor. Llevaba ya más de
veinte años dedicándose a la neurociencia delictiva, desde que se cansó del
mundo endogámico y de la incertidumbre de la universidad. Desde entonces había
hecho casi de todo, sobre todo adivinar que iban a hacer corredores de apuestas,
políticos o jefes de grupos mafiosos rivales. Un par de veces también había
hecho cirujía cerebral para que unos mafiosos pudieran usar a alguien de señuelo para sus enemigos o la policía.
Realmente, hacía mucho tiempo que había perdido los escrúpulos, mientras le
pagaran y permitieran vivir mucho mejor de lo que hubiera hecho en la
universidad sería feliz. La imagen de sus compañeros científicos viviendo con
sus sueldos miserables, mientras él podía comprar casi lo que quisiera era el
principal estímulo para seguir adelante. Sin embargo hacía ya tiempo que se
sentía cansado, al menos en la universidad no vives con el temor constante a
que un antiguo jefe te dispare en la cabeza, o la policía te encierre. Había
pensado en retirarse, pero desaparecer no es en absoluto fácil, la mafia no
deja nunca cabos sueltos. Principalmente hacía falta dinero, mucho dinero, y
eso es incompatible con su lujosa vida. Últimamente, cada vez que lo llamaban
soñaba con un gran golpe que le permitiera conseguir suficiente para retirarse
a una isla. Por supuesto, ese gran negocio nunca llegaba, ni llegaría. Era
consciente de eso.
- ¿Y quién es este
tipo, papá? -La pregunta, aunque no estaba dirigida a él, sacó a Pietro de sus
pensamientos.-
- Es un político
muy importante. -Dijo el jefe, dejando claro que no se lo iba a explicar.-
"Un político
muy importante", pensó Pietro. Eso era quedarse muy corto. Era el
encargado de la regulación bursátil del gobierno. Era el político más
importante. Recordaba perfectamente la crisis de 2012, cuando perdió su trabajo
en la universidad, aún era un joven científico idealista que quería cambiar el
mundo para mejor. Cuando se le despidió, a pesar de que su tesis acerca del
funcionamiento del hipotálamo fue clasificada como "una de las más brillantes
de su generación", pensó que en otro sitio se le apreciaría. No fue así.
La crisis azotó sin piedad a todos los países civilizados, y tras el derrumbe
de la bolsa de diciembre de 2012 quedó claro que la ciencia básica tenía poco
futuro. Estuvo trabajando en distintos sitios, pero en ninguno encontró el
reconocimiento ni el salario que buscaba. Cuando se inventó la spintrónica, y
los ordenadores clásicos comenzaron a ser sustituidos por ordenadores cuánticos,
todo el mundo enloqueció con la nueva tecnología. Parecía que la investigación
básica ya no tenía futuro. Casualmente fue ese avance el que permitió que se
pudiera analizar algo tan complejo como un cerebro humano, y eso hizo que la
gente perdiera interés en la neurociencia fundamental. Total si ya se podía
predecir el comportamiento por completo poco más había que investigar.
En lo económico la
cosa también era complicada. Todo parecía indicar que la situación nunca se
resolvería y se empezaron a barajar otras posibilidades. Casualmente después de
este derrumbe fue cuando la mayoría de los estados del primer mundo decidieron
que dejar la bolsa a su libre albedrío, si tal cosa existía, no era prudente.
Así, crearon la figura de los inversores públicos en bolsa, políticos que
controlaban gran parte del dinero del estado y lo usaban para influir en la
bolsa. Todo cambió radicalmente. En principio se trataba de una manera de
ayudar a empresas con problemas, pero en poco tiempo se vio su tremendo
potencial, los políticos casi controlaban por completo el mercado bursátil. Las
empresas pagaban sobornos multimillonarios para que el dinero público hiciera
subir sus acciones. El resultado era esperable, los ricos se enriquecieron y
los pobres empobrecieron. El cómo había conseguido el señor Gordon un mapa
cerebral del político más poderoso del país, eso era toda una incógnita.
- Bueno, imagino
que habrá algo más que enseñarme, -añadió Pietro- si no, no entiendo que hago
aquí.
El señor Gordon
pensó que ya había dramatizado bastante, fue a su escritorio y sacó otra
carpeta. La dejó caer en la mesa que había delante de Pietro. Este miró el
contenido detenidamente.
- Otro mapa
cerebral bastante completo. Este es de un individuo acostumbrado a la
violencia, también paciente, un guardaespaldas imagino.
Plas, plas,
aplaudió el señor Gordon de manera burlona.
- Sabía que podías
impresionar a mi hijo. En efecto es un guardaespaldas. Es el guardaespaldas del
mapa que te enseñé antes. Este si es reciente, tiene menos de dos semanas.
Pietro volvió a
sentir la excitación anterior. Aún no estaba claro que tenía en mente su jefe,
pero no dejaba de ser todo increible.
- ¿Quiére decir el
jefe de los guardaespaldas?
- Quiero decir el
único guardaespalda. -Dijo el mafioso. Ante la cara de incredulidad de Pietro
añadió- Se encuentra ahora mismo de vacaciones y mis contactos dicen que tiene
sólo ese guardaespaldas. El resto de la seguridad lo confían en el secretismo
acerca de donde está.
Finalmente el
corazón de Pietro se puso a latir como loco. Parecía que le iba a dar un
infarto. Estaba claro que Gordon sí sabía donde se encontraba. Los contactos de
esta familia eran impresionantes.
- Pretende
secuestrarlo, ¿no es así? Secuestrarlo y hacerle un nuevo escáner. El problema
es que si entran donde se encuentre a tiros, y le hacemos el escáner, el
gobierno lo sabrá y no le dejará seguir en su cargo.
- Bueno,
-respondió el mafioso- habíamos pensado en otra opción algo más radical.
Secuestrarlo y que lo conviertas en nuestro aliado.
Pietro no podía
creer lo que había oído. ¿Convertirlo?
- Eso no es
posible. -Respondió.- La cirugía cerebral es un proceso muy invasivo. La
cicatriz se nota a lo largo de toda la nuca y un simple escáner la revela. En
cuanto vuelva a su trabajo lo descubrirán y se acabará el pastel.
Ahora era el
mafioso el que parecía enfadado. Hizo un gesto de decepción.
- Bueno, le había
dicho a mi hijo que eras el mejor, pero veo que tendré que retractarme. Hace
unos meses me contactó un profesional chino diciendo que tenía una técnica de
cirugía que no dejaba ninguna marca reconocible, no le he dado el trabajo ya
que tú y yo tenemos una larga trayectoria, pero veo que me equivoqué.
Pietro lo miró con
cara condescendiente. ¿Un profesional chino? Seguro que era mentira, del chino
o de él, pero era imposible. Para hacer una cirugía cerebral decente había que
abrir prácticamente todo el cráneo, ¿cómo iban a hacerlo de manera que fuera indetectable?
Era un sinsentido. Por otro lado el trabajo era demasiado jugoso. Si negociaba
bien su porcentaje podría ser el trabajo que le retirara. ¿Pero cómo? Durante
cinco minutos pensó y pensó, ¿cómo convertir al político sin que nadie lo
detectara? Bastaría con que la operación pasara desapercibida hasta después de
dar el golpe, pero era impensable que no revisaran a una persona con un cargo
tan importante. La opción del escáner era también absurda. Sería muy difícil
hacerlo sin que el guardaespaldas los viera,
por lo que habría que convertirlo o
eliminarlo. Era una tarea imposible.
Por fin, la idea
le vino a la cabeza. Ahora lo entendía todo, era arriesgado pero factible.
Tantos años de neurocientífico mafioso parecían haber cambiado su forma de
pensar.
- Lo tengo. Estoy
convencido de que puedo hacerlo sin dejar ninguna marca. Tendré que prepararlo
todo en un par de días y estar allí el día de la operación, claro está. Pero ya
que tendré que correr el riesgo personalmente no acepto menos del 25% del
reparto.
El mafioso
sonrió. Miró a su hijo con cara triunfal
y contestó.
- Será el 20%, ya
que nosotros hemos obtenido toda la información y eso nos ha costado ya mucho
dinero. También hay otra condición. Walter será el encargado de la operación y
le tendrás que rendir cuentas a él.
Pietro no pudo reprimir una muesca de asco en su cara al oir la noticia.
Relato del libro Spintrónica. licencia Creative Commons Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Unported License. Esto viene a decir que sois libres de copiarlo, distribuirlo o prestarlo, sin interés comercial ni obra derivada, siempre que se cite al autor.
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