El fin de Dios
Daniel Manzano Diosdado

- Almirante, ya estamos en órbita.

El Almirante levantó una mano indicando que lo había oído y siguió atento al monitor. El ambiente era tan tenso como había imaginado. La tripulación, militares experimentados todos, casi no respiraba. Era algo previsible, a fin de cuentas en menos de dos horas iba a comenzar la operación militar más importante de la historia de la humanidad.

- Estaré en mi dependencia revisando el plan de ataque. – Dijo el Almirante. - Tenedlo todo preparado y confirmar la posición de las demás naves.

Dicho esto cruzó el puente de mando, no sin antes echar un último vistazo al desconocido planeta que estaban orbitando. Una enorme esfera roja, muy similar a Marte, se observaba por el cristal de la nave. También se comenzaban a ver el resto de naves de la flota ocupando sus órbitas. Un total de cincuenta naves participarían en la operación, aunque la mayoría estarían al otro lado del planeta, por lo que no serían visibles.

Una vez llegó a su dependencia, el Almirante cerró la puerta y sacó una botella de whisky escocés de 12 años. Por supuesto, no estaba permitido tener alcohol a bordo, pero a los capitanes de cada nave siempre se le permitía algún lujo. Lo sirvió en un vaso y pensó en cómo había cambiado la tecnología espacial en menos de una década. La primera vez que salió al espacio, para ir a la Estación Espacial Internacional, aún no existía la gravedad artificial. Desde luego todo era mucho más cómodo ahora. También pensó qué demonios hacía allí, orbitando un planeta extrasolar, a cientos de años luz de distancia de la Tierra, al mando de una flota internacional que, en menos de dos horas, iba a cometer la mayor atrocidad de la historia de la humanidad. Probablemente la mayor cometida desde que existe el universo.

Encima de su mesa se proyectaba el holograma del planeta en cuestión. Lo ojeó distraídamente mientras pensaba en cómo había llegado tan lejos. La respuesta, en lo que concernía a su persona, era obvia. Héroe de la guerra de Irak y astronauta reputado, no había nadie en todo el planeta más preparado que él. De hecho, nadie había ascendido tan rápidamente de capitán a almirante en toda la historia de los Estados Unidos. También, por casualidad y en gran medida en contra de su voluntad, era la persona que más había participado en esta historia desde el principio.



El entonces Capitán Smith recordaba perfectamente el día que cambió su vida. Fue un 1 de enero, en 2013, cuando recibió una llamada diciendo que la SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence, o Departamento de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), habían recibido una señal anómala y habían activado el protocolo. En ese momento ya llevaba más de cinco años siendo el enlace entre la SETI y el Pentágono, pero esta era la primera vez que tenía que hacer algo. Siempre consideró el puesto como algo testimonial, un sobresueldo que le daban como recompensa por los servicios prestados. Realmente nunca imaginó que algún día tendría que trabajar.

Cuando llegó al complejo vio que no se trataba de una broma o simulacro. Los técnicos iban de un lado a otro, imprimiendo coordenadas, discutiendo casi a gritos y con una extraña expresión de felicidad en la cara. Durante más de una hora el capitán Smith intentó contactar con el director del centro, pero fue totalmente inútil. Cuando ya se le acabó la paciencia la amenazó con precintarlo todo si no le explicaban inmediatamente lo que ocurría. Sólo entonces la vicedirectora encontró un momento para reunirse con él en su despacho.

La vicedirectora, Elisabeth Simpson, era una científica reputada. Rondaba ya los cincuenta años y se veía más difícil de impresionar que los jóvenes que la rodeaban. Cuando entraron en su despacho, Smith se paró a analizarla por primera vez. Se la veía bastante curtida. El Capitán pensó que era lógico. Una mujer de esa edad tenía que haber entrado en el mundo de la astrofísica cuando aún era un mundo vetado por los hombres, si había llegado a vicepresidenta de la SETI tenía que tener un carácter de hierro. Cuando entraron se sentaron en torno a su mesa y entonces le explicó qué ocurría, habían detectado una señal que contenía un mensaje claro y conciso. El movimiento que veía en el centro se debía a que habían reorientado todos los raditelescopios al punto de detección, y estaban contactando observatorios vecinos para que enfocaran sus telescopios ópticos en la misma dirección. Los más jóvenes estaban muy excitados, pero la Doctora Simpson estaba aplacando sus pretensiones con su lógica clara y experimentada. Todo parecía indicar que el mensaje era falso. Fueron una serie de pulsos electromagnéticos que enviaban un mensaje en código Morse. Este decía en inglés:

- HOLA HUMANOS.

El Capitán Smith entendió al instante el escepticismo de la vicedirectora. Se podían imaginar todo tipo de maneras de comunicación entre seres extraterrestres y humanos, todo menos el código Morse.  A pesar de estar totalmente convencido de que se trataba de una broma comenzó a seguir el protocolo de emergencia para estos casos. Contactó al Pentágono y comenzó el programa de contención de la información. Fue totalmente inútil. La noticia fue filtrada por los propios técnicos de la SETI, que ya habían subido la noticia a la red social Tweeter. En menos de una hora era Trending Topic mundial y las cadenas de noticias más serias empezaban a hablar del tema. Maldito internet, pensó, al día siguiente consiguió que se despidieran a varios técnicos por esto y que se restringiera el uso de smartphones.

Al día siguiente, la noticia seguía propagándose rápidamente, pero también lo hizo el desmentido. Reputados astrofísicos del mundo entero salieron en televisión desacreditando el descubrimiento. El argumento era el mismo que el de la Vicedirectora Simpson. ¿Cómo se iban a comunicar con nosotros los extraterrestres mediante técnicas humanas? Además ya no se recibía ninguna señal, por lo que la comprobación era imposible. Ni los radiotelescopios ni los telescopios ópticos detectaban nada en absoluto en esa dirección. El sentido común y toda lógica científica apuntaban a que la señal era de origen humano.

Después de una semana todo seguía igual. No había más señales y el punto de la detección parecía el más vacío de toda la esfera celeste. Sólo había dos hipótesis medio razonables: o una civilización extraterrestre había aprendido Morse, e inglés, y nos enviaba una señal desde una indetectable base espacial; o alguna potencia extranjera había gastado una broma a los americanos enviando una señal que pretendía ser extraterrestre desde un satélite o avión espía. La segunda era la más razonable. El Pentágono montó en cólera al imaginar que los rusos o los chinos manejaban una tecnología mucho más avanzada que la suya, y puso a todas las agencias de inteligencia a trabajar en ello. Sólo los científicos más soñadores y los más fieles seguidores de los programas pseudocientíficos y teorías conspiranoicas creían la primera hipótesis. Tras un mes la SETI descartó la señal como extraterrestre y comenzó a realinear los raditelescopios a su posición anterior.

Pero la cosa no quedó ahí. Un pequeño grupo de científicos e ingenieros de la SETI, jóvenes y soñadores, decidieron hacer un pequeño experimento antes de volver al trabajo. Ya que conocían el punto exacto de donde venía la señal decidieron responder. Era algo extraoficial por lo que tuvieron que diseñar su propio dispositivo emisor. Para eso usaron una antena parabólica y un emisor de radio. Enviaron un mensaje claro y conciso, como el que recibieron.

- HOLA, INTELIGENCIA EXTRATERRESTRE.

La respuesta no tardó ni un minuto en recibirse.

- HABÉIS TARDADO MUCHO.

Esta vez el escándalo fue aún mayor. También lo fue el fracaso del protocolo de contención de la información, ya que esta vez la señal fue detectada por decenas de radioaficionados que había puesto sus equipos a observar el cielo. Sólo la posición exacta del origen de la señal pudo ser contenida. Al día siguiente ese era el único tema de conversación en casi todo el mundo. Tampoco se podía dudar ya del origen extraterrestre de la señal, fue captada también por un satélite de radiocomunicaciones.



El Almirante Smith lo recordaba todo nítidamente, como si hubieran pasado sólo unos días. Ciertamente recordaba melancólicamente aquellos días en los que todo era nuevo y excitante. Pasó muchas noches sin dormir, pero no le importaba, cada día era diferente al anterior y se vivía el sentimiento general de vivir el momento más importante de la historia. No se sentía así desde la primera vez que salió al espacio.

Se levantó de la silla y miró de nuevo el holograma. En la imagen del planeta había una serie de puntos rojos que marcaban los objetivos de los misiles, venían a cubrir el planeta entero. Un total de cincuenta naves, que lanzarían diez misiles cada una, participarían en el ataque. Quinientas bombas atómicas en total. Nunca el ser humano había causado tanta destrucción en tan poco tiempo. Pensó en la justificación que el Pentágono le había dado, a fin de cuentas era uno sólo el objetivo, en otras guerras como Irak eran cientos de miles los muertos, pero aquí sólo habría uno. Excusas, pensó. Lo que era cierto es que sólo había un ser inteligente en el planeta. De hecho, dar tantos detalles sobre sí mismo había sido el primero de una serie de errores que cometió y que condujeron a esta situación.

La Vicedirectora Simpson telefoneó directamente al Capitán Smith y le explicó la nueva situación. Una vez se recibió el segundo mensaje ya no había duda alguna sobre su origen. Ni chinos, ni rusos, ni ningún ser humano en general podía estar detrás. Nadie podía explicar tampoco cómo podía haberse detectado y respondido tan rápido.

Como otras potencias habían detectado la señal, los estadounidenses ya no tenían el monopolio de la comunicación extraterrestre. Por ese motivo, la vicedirectora Simpson le pidió que contactara a la Casablanca para poner esto en manos de la ONU. Si cada país empezaba a tener comunicaciones en distintos idiomas y con distintos mensajes sería una locura. Aunque en principio era la SETI la que mejor conocía el punto exacto donde se realizaba la comunicación era mejor no arriesgar a confundir al interlocutor. Decidieron también ponerle un nombre, IE (Inteligencia Extraterrestre). Con pocas ganas, pero menos opciones, el gobierno americano tuvo que ceder el control a un organismo internacional. En menos de una semana la ONU, la misma que tardaba meses en enviar ayuda humanitaria urgente, formó un comité de expertos. También se acordó que la comunicación se haría pública, salvo cuestiones de seguridad internacional. En cualquier caso no era necesario ya. Cientos de radiotelescopios caseros escudriñaban el cielo intentando recibir mensajes alienígenas.

Mientras, al capitán Smith le encargaron trabajar con la NASA para diseñar un plan de defensa ante un hipotético ataque alienígena. Fue un trabajo interesante pero infructuoso. Aunque en la NASA trabajaban algunas de las mentes más brillantes del mundo y el Pentágono dio unos recursos casi ilimitados, el trabajo era imposible. No puedes defenderte de un ataque si no tienes una idea de cómo será, y si hablamos de extraterrestres poco podemos imaginar. En cualquier caso era una buena oportunidad de trabajar y pasar algún tiempo con sus antiguos compañeros.

Si bien el comité de la ONU se formó en menos de una semana, tardó más de un mes en formular una serie de mensajes que enviar a la IE. Todo debía ser neutral, nada de mensajes políticos ni religiosos, nada que lo pudiera enfadar, ni provocar, ni ofender. Incluso había quien se oponía a que el mensaje se enviara en inglés, ya que debía ser representativo de toda la humanidad y, por lo tanto, debía ir en todos los lenguajes humanos. Afortunadamente el sentido común prevaleció y el mensaje se envió en el idioma que la IE había usado. Sólo pudieron acordar tres preguntas que enviar. "¿QUIÉN ERES?", "¿DÓNDE TE ENCUENTRAS" y, finalmente, "¿CÓMO NOS HAS ENCONTRADO?". La respuesta no tardó en llegar y estremeció al mundo.

- LLEVO MUCHO TIEMPO OBSERVANDO, DESDE ANTES DE QUE EXISTIERAIS, YO OS CREÉ.

De nuevo, el mensaje monopolizó todos los medios de comunicación. En la televisión, en internet o en la calle practicamente nadie hablaba de otra cosa. Todo se llenó de líderes religiosos indignados hablando de la gran farsa, de científicos cada cual con su teoría estrafalaria y, cómo no, de tertulianos diciendo tonterías sin sentido.

Se formularon un millón de preguntas, pero por suerte la ONU bloqueaba el contacto. Cientos de personas fueron a la sede de la SETI, con pancartas donde exigían enviar todo tipo de mensajes, a cada cual más surrealista. Líderes  religiosos incitaban a enviar mensajes cada vez más insultantes, mientras otros aprovechaban el impacto mediático para crear nuevas sectas y religiones. Radioaficionados de todo el mundo intentaron enviar sus propios mensajes de paz o de odio, pero si recibió alguno no le hizo ningún caso. Sólo interactuaba con los mensajes que recibía desde la SETI.

También se descubrió pronto que la ONU era una trampa burocrática que imposibilitaba la comunicación. Tardaron más de un mes en diseñar una respuesta apropiada. Todo pasaba por decenas de asesores y políticos que debían dar el visto bueno a cualquier detalle, y el tiempo se perdía en infructuosas discusiones. Se decidió entonces crear otro comité, esta vez formado por científicos, que realizara una comunicación más directa. El comité político pasó a un plano de control. Se pensó que si se orientaba la conversación hacia un plano más científico habría menos polémica. El Pentágono aprovechó la experiencia del capitán como astronauta para conseguir que entrara en el comité. La Vicedirectora Simpson también formó parte.

Durante más de un año hubo una conversación más fluida y tremendamente productiva. La IE nunca hacía preguntas, y respondía sólo a lo que quería, pero dio una cantidad enorme de información. Explicó que vivía en un planeta similar a Marte, pero a cientos de años luz de la Tierra. La comunicación se realizaba mediante un portal que trasladaba la radiación, y la materia, de un punto a otro de manera instantánea. Un pliege en el espacio-tiempo, lo denominaron los científicos. Físicos de todo el mundo se morían por preguntar los detalles del dispositivo, pero el comité político decidió que era más urgente averiguar más sobre el interlocutor. Explicó como el portal llevaba allí cientos de miles de años, desde poco después de formarse el planeta. Así había observado la evolución de la vida terrestre desde su origen. Sin embargo, no supo que los seres humanos éramos inteligentes hasta que inventamos las telecomunicaciones y parte de nuestras señales se colaron por el portal. Según contó tardó años en aprender a descifrarlas, pero cuando lo hizo se sintió fascinado por el entramado social de la humanidad. Aprendió incluso a interpretar la señal televisiva y así aprendió nuestros idiomas y como contactar con nosotros. La idea de contactar a la SETI la obtuvo de la película Contact.

Una vez sabido que nos observaba se intentó censurar las comunicaciones vía satélite. La mayoría de las televisiones participaron voluntariamente, y decidieron no hablar del tema en este tipo de emisiones. Una excepción fue el canal árabe Al-Jazeera, donde a diario entrevistaban a imanes que declaraban la guerra santa a los extraterrestres. Si la IE recibió estos mensajes no pareció entenderlos o importarle.

La conversación se enfocó entonces hacia la IE en sí. Explicó que era el organismo más antiguo que existía en la galaxia, al menos que él supiera. Había evolucionado por un proceso darwinista, igual que nosotros, pero dando un resultado radicalmente diferente. En ese planeta sólo había un organismo. Realmente, los biólogos debatieron durante años si considerarlo un sólo organismo o una colonia simbiótica. Lo cierto es que, aunque distintas células tenían distinta información genética, sólo había una inteligencia, o una consciencia, por llamarlo de alguna manera. No había depredadores, no había guerras. Tal y como se interpretó aquel era el planeta de la armonía. Tampoco había fuentes de energía salvo la estrella en torno a la que orbitaba. Todo esto inspiró a científicos, pacifistas y ecologistas como un ejemplo a imitar, el Pentágono lo interpretó como un símbolo de debilidad y vulnerabilidad.



- Almirante, tenemos una comunicación entrante de la Tierra. - Se oyó por un altavoz.

El Almirante Smith salió de su dependencia y se dirigió al puente de mando. Una vez allí le dieron un sobre que contenía, recién impresas, las órdenes del centro de mando terrestre. El método era totalmente arcaico, pero era una manera simple y efectiva de evitar la interceptación de las comunicaciones. Un mensaje por radio cifrado, con una clave única, y descifrado en un ordenador independiente y sin monitor. La IE no podía saber de ninguna manera lo que había en el sobre. El Almirante leyó el mensaje con cuidado, pero no había mucho que leer. La operación seguía adelante. Todas sus esperanzas de que se suspendiera el ataque en el último momento se esfumaron en un instante. En menos de una hora ya estaría hecho.

Decidió permanecer en el puente hasta el momento del ataque. Así no se atormentaría tanto pensando en lo que iba a pasar. Por un momento pensó en suspenderlo todo, pero era inútil, sabía que no serviría de nada. Si daba una orden contraria a las del centro de mando el vicealmirante lo mandaría detener y el ataque se efectuaría igual. Terminaría como Elisabeth. Era horrible pensar que era el último ser humano cuerdo, el único que veía la gravedad de lo que iba a ocurrir.



Ni siquiera tuvieron que analizar la IE. Él mismo dio todos los detalles sobre sí mismo que necesitaron. Ocupaba toda la extensión planetaria, pero sólo en la superficie. Estaba formado de carbono, al igual de nosotros. Realizaba la fotosíntesis aunque sin clorofila, como ciertas bacterias terrestres. Tampoco tenía un sistema nervioso centralizado, sino una especie de red neuronal que se extendía por todo el planeta. Parecía que lo que más le interesaba era la biología.

Se ve que esta pasión, por llamarlo de alguna manera, le llevó a la experimentación. Como en su planeta sólo había un organismo, él mismo, decidió crear vida en otros planetas y dejar que la evolución la moldeara a su antojo. Este fue el motivo que le llevó a buscar planetas en su opinión habitables, sin temperaturas extremas y sobre todo con agua, para "fecundarlos". Envió material orgánico a estos planetas y esperó. Al parecer sólo en nueve planetas tuvo éxito el experimento, y sólo en la Tierra la vida evolucionó a algo que se pudiera considerar inteligente. Nosotros. Así fue cómo se creó la vida en la Tierra.

La noticia cayó como un saco en un planeta que se empezaba a acostumbrar a convivir con seres extraterrestres. Muchos grupos religiosos usaron la estrategia de la negación. Una excepción fue la iglesia católica, que mantuvo silencio durante bastante tiempo para luego afirmar que, en caso de ser cierto, eso no entraba en conflicto con su doctrina. Sin duda los dogmas religiosos se estremecieron más en un día que lo hicieran anteriormente en sus miles de años de existencia.

Desde el punto de vista científico también hubo un gran impacto. La hipótesis de que el origen de la vida terrestre era extraterrestre, la panspermia, había sido descartada hacía décadas. Ahora todos los biólogos y geólogos parecía que la habían defendido siempre. Los paleontólogos en concreto no paraban de formular preguntas abiertas y finalmente, la comisión les permitió comunicarse directamente con la IE.

Durante meses la IE explicó pacientemente como había sido la evolución de la vida. El puzzle fósil se aclaró más que en toda la historia de la paleontología. También la IE dio las coordenadas de otro planeta donde el experimento había tenido éxito y propuso que lo analizáramos. La espectroscopia que se hizo del planeta no dio lugar a dudas, contenía oxigeno libre.

Cuando se le preguntó por los demás planetas, se negó a dar información. Sólo nos dijo que nosotros éramos los primeros con los que contactaba, los únicos inteligentes. También nos dijo que era muy improbable que un sistema evolucionara a seres inteligentes, y que para conseguirlo necesitamos su intervención. Cuando descubrió que los dinosaurios no evolucionaban en esa dirección tomó una opción radical. Los exterminó para darle una oportunidad al segundo grupo dominante, los mamíferos. Para eso desvió un asteroide de su órbita y lo hizo colisionar con el planeta.

A estas alturas cada día se producía un shock a nivel mundial, así que era difícil valorar la magnitud de la noticia. El shock era permanente. Evidentemente la idea de un ser extraterrestre que decidiera sobre nuestra supervivencia en función de sus caprichos no era agradable. Smith lo discutió con Elisabeth en varias ocasiones, y vieron que sus puntos de vista eran muy similares. No lo veían tan especial. Siempre habíamos vivido con el riesgo de que un asteroide se cruzara en nuestro camino y nos exterminara, ¿qué diferencia suponía ahora? Tampoco le parecía lógica la postura de la gente religiosa. ¿No habían tenido siempre la imagen de un Dios vengativo que podía eliminar a la humanidad en un momento? Ya lo habían encontrado. En cualquier caso el comité de la ONU decidió que la humanidad se merecía un respiro y mandó al comité de comunicación centrar el debate sólo en temas puramente científicos. Ahí la IE cometió su segundo error.



La alarma sonó, sacando al Almirante de sus pensamientos. La hora había llegado.

- Todo el mundo a sus puestos. Enviad la señal a las demás naves para que confirmen su posición.

- Señal enviada, le contestó el vicealmirante.-

Debido al arcaico sistema de encriptación la señal tardó más de cinco minutos en ser recibida por las demás naves y confirmada. Todas las naves estaban en posición y listas para el ataque. Ya no había marcha atrás. El Almirante sacó la llave que llevaba en el cuello y la introdujo en su cerradura. Al girarla se activaron las cabezas nucleares de la nave.

- Comenzad el ataque. - Dijo firmemente.

En unos minutos la nave tembló y por el panel se pudieron ver los misiles salir y dirigirse al planeta rojo. Sólo una nave no lanzó sus misiles. El Almirante no sabía si se debía a problemas técnicos o a un amotinamiento de la tripulación, pero daba igual. El margen de error del plan de ataque asumía el fallo de hasta tres naves no consecutivas, tristemente el éxito estaba asegurado. Ahora sólo quedaba esperar.
La discusión científica con la IE comenzó de una manera totalmente improductiva. Las respuestas que daba, cuando las daba, eran ininteligibles. Un profesor del MIT lo definió, irónicamente, como un intento de explicar física cuántica a un chimpancé. Los humanos éramos los chimpancés, claro está.

La única e importante excepción fue cuando se habló sobre la gravedad. En principio la respuesta fue tan críptica como las demás, pero un joven físico ruso supo interpretarla. A partir de lo dicho por la IE consiguió formular una nueva teoría de la Relatividad General, y la usó para crear un nuevo modelo cosmológico. Este estaba acorde con todos los datos empíricos conocidos, como la radiación de fondo y la expansión acelerada del universo, pero sin necesidad de introducir materia ni energía oscura. También se aplicó al Big Bang, dejándolo todo mucho más claro que anteriormente. Mucha gente lo interpretó como una teoría del origen del universo sin fisuras. Dos años después le dieron al joven el primer premio Nobel en solitario en muchos años.

Sin embargo, fueron las aplicaciones las que revolucionaron el mundo. La nueva teoría alimentó la imaginación de científicos e ingenieros que se pusieron manos a la obra en el diseño de nuevos dispositivos. En un par de años se crearon prototipos capaces de aumentar o reducir el campo gravitatorio. También aparecieron cámaras sin gravedad y naves espaciales que sí la tenían, nuevos sistemas de propulsión, nuevos aviones. Todo esto reactivó la economía mundial y la crisis internacional desapareció. Por primera vez en mucho tiempo la humanidad miró al futuro con esperanza. La NASA prometió una segunda carrera espacial que llevaría al ser humano más allá del sistema solar.

El Capitán Smith fue relegado de su puesto en el comité de comunicación y se centró en la colaboración con la NASA. Ahora sí parecía factible un sistema de defensa, gracias a la nueva tecnología y a conocer el peligro concreto. Se comenzó a diseñar un sistema para desviar meteoritos, y también se rediseñaron los transbordadores espaciales. Afortunadamente, Smith siguió en contacto con Elisabeth que le informó regularmente de la situación de las comunicaciones. Pronto la IE cometería su último y fatal error, realizó su primera pregunta.

- ¿QUIÉN ES DIOS?

El comité de comunicación no se esperaba ninguna pregunta, pero mucho menos esta. Eran todos científicos y los temas teológicos les quedaban un poco lejos, así pues decidieron trasladar la pregunta al comité político de la ONU y esperar. Dada la complejidad e importancia de la pregunta tuvieron que formar un tercer comité. Este lo formaban una veintena de líderes religiosos y filósofos. Como era de esperar, el consenso nunca llegó. Las reuniones fueron eternas y los representantes de las distintas religiones se peleaban entre ellos y con los filósofos. Cada uno quería que fuera su creencia la más resaltada y vetaba o ridiculizaba las de los demás. Finalmente la ONU decidió enviar una especie de enciclopedia con todas las definiciones de Dios a través de los siglos, desde los Egipcios a la actualidad. Era un galimatías.

La IE no entendió muy bien semejante respuesta y volvió a preguntar.

- ¿QUIÉN ES DIOS?

El comité político decidió dar una respuesta clara y concisa. Ya que las religiones mayoritarias ahora eran monoteístas decidieron responder de una manera más clara y acorde con todas.

- DIOS ES EL CREADOR DEL UNIVERSO Y DE LA VIDA.

La respuesta, como era habitual, no se hizo esperar.

- EL UNIVERSO NO TIENE CREADOR. NO EXISTE NADA EXTERNO A EL UNIVERSO. LA VIDA EN VUESTRO PLANETA LA CREÉ YO. ¿SOY YO VUESTRO DIOS?

Empezó entonces un debate teológico-filosófico eterno. Durante más de un año se le intentó explicar el concepto de Dios. Si él nos había creado a nosotros Dios sería quien le creó a él. Para la IE esto no tenía ningún sentido. Él conocía a la perfección los procesos que llevaron en su planeta a la formación de la vida, y no había ningún ser inteligente supranatural detrás. Tampoco lo había en la formación del universo. Esto último era ya defendido por bastantes físicos, que habían visto en la nueva teoría del Big Bang una manera de explicar el origen del universo sin recurrir a la idea de Dios. Por supuesto, los líderes religiosos estaban muy nerviosos. Incluso el Papa, que siempre había mantenido una prudente distancia sobre este tema, afirmó que la IE era un enviado del diablo para tentarnos con su tecnología. Las amenazas de guerra santa se recrudecieron desde el mundo islámico, pero también en los Estados Unidos. Continuamente líderes políticos conservadores acusaban a la IE de todos los males del mundo, como los huracanes, los terremotos o, según ellos, la homosexualidad. También los ateos aprovecharon el momento. Sus asociaciones crecieron en número e influencia y aprovecharon la coyuntura para hacer ver sus reivindicaciones.

El debate continuó, pero la IE no dio su brazo a torcer. La idea de un creador del universo le parecía absurda, porque para eso tendría que ser externo al universo y eso era una contradicción. Por otra parte no dudaba en referirse a sí mismo como "vuestro Dios", ya que él creó la vida en la Tierra. Cuando se cansó del inútil debate llegó a afirmar que los seres humanos no éramos tan inteligentes como pensó. Eso fue un duro golpe, por un lado se consideró un insulto a la humanidad, ya que la mayoría de los seres humanos son creyentes. Por otra parte, el pánico se apoderó del mundo, si los dinosaurios fueron destruidos por no ser inteligentes y nosotros ya no lo éramos, ¿qué pasaría ahora con nosotros?

Este fue el caldo de cultivo que aprovechó el Pentágono para comenzar a madurar la idea de un ataque preventivo contra la IE. Al igual que hicieron en Irak, comenzaron a propagar la idea de que acabar con una amenaza a la vida sobre la Tierra bien valía una guerra. Además, en Irak murieron cientos de miles de seres humanos, pero la IE era sólo una, ¿no valía una vida la seguridad humana? Así el programa civil de la NASA se transformó en un secreto plan de invasión. El capitán Smith fue el primer nombre en la lista para encabezar un hipotético ataque, aunque para eso habría que promocionarlo.

Por supuesto, no todo el mundo apoyaría semejante medida y por eso se mantuvo en secreto. Además era sólo algo teórico, nadie decía que de verdad fueran a atacar a nadie. De los opositores, Elisabeth Simpson fue la más feroz. La idea de haberse pasado años buscando vida extraterrestre y que ahora el gobierno barajara la idea de destruirla era algo intolerable. Amenazó con salir a la calle, revelar los planes y formar una oposición popular. No tuvo la oportunidad de hacerlo. Alegando riesgos para la seguridad nacional la encerraron en Guantánamo. El ya Almirante Smith no podía soportar la idea de ver a su antigua colega como una terrorista, pero poco podía hacer. Cuando habló con sus superiores sólo consiguió la vaga promesa de que si todo acababa bien revisarían su caso.

La idea del ataque preventivo fue creciendo, sobre todo cuando la IE dejó de interactuar. Al parecer ya no estaba interesada en nosotros, y eso nos aterraba. ¿Estaría ya planeando nuestra destrucción? Además había otro problema, la "nueva revolución industrial", como ya se llamaba, estaba diezmando las reservas energéticas del planeta. Los nuevos dispositivos hacían nuestra vida mucho más fácil, pero tenían un coste energético enorme. El petróleo amenazaba con acabarse antes de lo previsto. El gobierno norteamericano no podía ignorar el hecho de que había un planeta, mucho más antiguo que la Tierra, en el que el petróleo no había sido nunca extraído. Si la IE tenía una base de carbono, como había dicho, en el subsuelo de su planeta debia haber grandes cantidades de oro líquido. Suficiente como para alimentar a la humanidad varios siglos más. La seguridad internacional y el conflicto religioso se convirtieron en una simple excusa, y la idea del ataque se hizo más y más fuerte.

También los rusos y los chinos habían pensado en ello. Si se iba a hacer había que hacerlo ya, y entre todos. No se podía arriesgar a que la IE descubriera los planes y acabara con nosotros. Además habría botín para todos. Así, discretamente, las mismas empresas que fabricaban los dispositivos gravitatorios comenzaron a colaborar con las distintas agencias espaciales para una supuesta revolución espacial. En menos de dos años había una flota de 50 naves internacionales, entre americanas, inglesas, rusas y chinas. Todavía trabajaban sobre una hipótesis, pero una vez hecha la inversión habría que aprovecharla. Lo peor es que la IE no había dado más señales de vida. Esto hacía que subiera la tensión en un mundo de por sí tenso. Las luchas entre distintos grupos religiosos y las agresiones a homosexuales, científicos o ateos habían aumentado. La gente se sentía a la vez insegura y ofendida, y la repentina subida de los carburantes no ayudó a la hora de apaciguar la tensión. Los Estados Unidos lo tenían claro, o invadían todos los países productores de petróleo, como Venezuela, o invadían el planeta extraterrestre. Cambiar su estilo de vida no les pareció una posibilidad razonable. La idea de una nueva guerra mundial por el petróleo del mundo estaba en boca de todos.

Finalmente, en una reunión secreta los Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Rusia y China decidieron comenzar la primera guerra interplanetaria. A fin de cuentas la IE era un organismo que nunca había competido con ningún otro, en su planeta no había depredadores y no sabía lo que era una guerra. Tampoco había población civil que proteger, sólo llegar y destruir. Por supuesto habría una gran oposición civil al respecto, pero eso se solucionaba no informando sobre el tema hasta que ya se hubiera realizado el ataque. Así, el almirante Smith se convirtió en el principal mando de una flota con orden de atravesar el portal y atacar el planeta. Como era sabido que la IE era un organismo global había que destruirlo todo, hasta la última sección de la superficie. De todas formas los destrozos no importaban, lo que buscaban estaba en el interior. El almirante Smith se convirtió en el líder militar del mayor genocidio de la historia de la humanidad, aunque se tratara de eliminar a un solo ser inteligente. Por supuesto esto le atormentaba, pero no veía manera de salir de ahí y usó la autoexcusa de que si no lo hacía él lo haría cualquier otro. Un año y medio después la tripulación y las naves estaban preparados y la flota cruzó el portal.



Un resplandor apareció en el panel. La primera cabeza nuclear ya había sido detonada. En un momento aparecieron cientos más. El ser que había creado la vida en la Tierra, se llamara Dios, IE o como quisiera, ya había desaparecido. Conteniéndose la emoción levantó una mano y ordenó pasar a la segunda fase. Lanzarían satélites para observar la evolución del planeta y volverían a la Tierra. El éxito de la misión se comunicó a través del portal.

El Almirante volvió a su dependencia. Pensó en Elisabeth. Ahora podría salir de Guantánamo, aunque sabía que nunca le perdonaría. Él mismo nunca se perdonaría. Ni siquiera los psicólogos del ejército podrían ayudarle. Él había dado la orden, él había mandado destruir al único Dios real que la humanidad conocería. Ahora Nietzsche tenía razón, Dios había muerto.



Relato del libro Spintrónica. Licencia Creative Commons Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Unported License. Esto viene a decir que sois libres de copiarlo, distribuirlo o prestarlo, sin interés comercial ni obra derivada, siempre que se cite al autor.
0

Añadir un comentario

El millonario filántropo

Daniel Manzano Diosdado

Era un día normal en mi aburrida vida. Hacía ya más de cinco años que estaba en la residencia de ancianos. Nunca pasaba nada. Mi vida no era más que una lenta espera, espera del día en que me acostara y no me volviera a levantar. Mi mayor excitación en ese momento era pensar que ese día tocaba pudding de postre en el comedor.

- Walter, cuéntale a mi hijo eso de que eras millonario y que lo perdiste todo. -Me dijo uno de mis compañeros, un octogenario bastante lúcido, al menos bastante lúcido en comparación con los demás.-

- Otro día, John. Voy al comedor.

Así eran todas mis conversaciones día tras día. No me gustaba la televisión, ni internet, lo único que me entretenía era leer la prensa todas las mañanas.
2

El fin de Dios

Daniel Manzano Diosdado

- Almirante, ya estamos en órbita.

El Almirante levantó una mano indicando que lo había oído y siguió atento al monitor. El ambiente era tan tenso como había imaginado. La tripulación, militares experimentados todos, casi no respiraba. Era algo previsible, a fin de cuentas en menos de dos horas iba a comenzar la operación militar más importante de la historia de la humanidad.

- Estaré en mi dependencia revisando el plan de ataque. – Dijo el Almirante.

Piratas

Daniel Manzano Diosdado

- Señor.  -El radar ha detectado algo extraño.- Parece una nave, pero desde luego no es de las nuestras.

El capitán lo miró sorprendido. Llevaba más de diez años al cargo de esta nave, haciendo esta misma ruta entre la Tierra y la Colonia 2 y nunca había tenido ningún problema. Por otra parte los tiempos estaban cambiando, y él lo sabía.

- Mande una señal de aviso. Exija identificación.

El  oficial dio la orden al ordenador.

Azar

Daniel Manzano Diosdado

Aquel día empezó como cualquier otro. Julia salió de su casa temprano en dirección a la Escuela de Spintrónica, donde trabajaba. Le gustaba llegar temprano para poder desayunar allí y que los alumnos pudieran interactuar con ella. Era importante que la sintieran cercana y accesible. Sobre todo en los tiempos tan complicados que corrían. Ese día, sin embargo, no llegaría a la escuela.

Inteligencia Cuántica

Daniel Manzano Diosdado

La sala estaba oscura y un poco fría. A Jean no le gustaba en absoluto el entorno, le hacía sentirse incómodo, pero estaba dispuesto a soportarlo con tal de seguir en el proyecto. No olvidaba que era el primer psicólogo al que dejaban participar. Llevaba ya más de tres meses, y era sin duda el proyecto de su vida. En la sala había un terminal que daba acceso al superordenador más importante del momento.

- Hola, Joshua.

Mutantes

Daniel Manzano Diosdado

Bruce

Nunca olvidaré el día que conocí a Rachel. Fue el día en que mi vida cambió. De hecho, también fue el día en que su vida cambió. Nunca he sido especialmente inteligente, no llego a ser como un humano, pero creo puedo influir en las cosas. Eso es lo que Rachel me ha enseñado, que puedo hacer más cosas que las que pensaron cuando me diseñaron.

Era mi primer día como relaciones públicas en la mina de diamante.

Spintrónica

Daniel Manzano Diosdado

El comedor de la Escuela Técnica de Spintrónica de la tercera colonia estaba bastante en calma. Aún quedaba una semana para el comienzo del nuevo curso y no se encontraban las decenas de estudiantes que solían reunirse allí para comer, estudiar o, y principalmente, charlar. Entre el ir y venir de alumnos y profesores sueltos sólo un grupo, tres chicos y una chica, permaneció en una mesa durante bastante más tiempo.

Neurociencia. Capítulo III

Daniel Manzano Diosdado

- ¿Una copa de champán?

Pietro miró al señor Gordon y afirmó. ¿Por qué no? Estaban de celebración al fin y al cabo.

- Nunca dudé del éxito de nuestra colaboración. -Dijo el jefe mafioso.

"Mentiroso", pensó Pietro. "Dudas ahora mismo, por eso me has traído aquí. Incluso después de que ya hayas ganado más de un millón de dólares gracias a mí."

- Yo tampoco. -Respondió, y sonrió.

Neurociencia. Capítulo II

Daniel Manzano Diosdado

La noche era bastante fría, pero agradable. Pietro miró al cielo y se sintió más joven por un momento. Estaba todo lleno de estrellas. En la ciudad rara vez se paraba uno a mirar las estrellas, y nunca se veían tantas. Debería buscarme algo en las montañas para mi jubilación, pensó. Entonces, un golpe en el brazo lo devolvió a la cruda realidad. Había que seguir andando.

Ciertamente hacía mucho frío.

Neurociencia. Capítulo I

Daniel Manzano Diosdado

- Parece un mapa cerebral normal. - Dijo Pietro mientras ojeaba los papeles.- Un sujeto de unos treinta años. Aparecen varias reestructuraciones periódicas, no invasivas, en los últimos cinco años.

Se quitó las gafas de cerca mientras se frotaba los ojos. Este trabajo cada día le cansaba más, se sentía ya viejo para hacer lo mismo una y otra vez. Levantó la mirada y miró al señor Gordon, jefe del sindicato del crimen más famoso de la ciudad.
2
Datos personales
Datos personales
Archivo del blog
Cargando
Tema Vistas dinámicas. Con la tecnología de Blogger. Denunciar abuso.